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José Domínguez, Valladolid, 30 July 1814

M.Y.A.
Esta Provincia desde el principio de la rebelión ha sido teatro de ella. Su capital sola ha estado libre de enemigos que la ocupen, pero sujeta a continues ataques y a privaciones increíbles causadas por las muchas considerables gavillas que siempre la han rodeado. Una valiente pero corta división la ha defendido de ser presa de los Ynsurgentes más no ha podido retirarlos de sus contornos ni restituirle los muchos bienes de que la han privado. Quantos males puedan discurrirse tantos han recaído sobre esta Población que no cede a ninguna del Reyno en virtud, constancia y sufrimiento. Todas las fuentes de subsistencia común y privadas están exhaustas, y pronostican una próxima ruina que se verificará si no se toman medidas energéticas y vigorosas. Las Rentas públicas no producen ni aun para llenar una mínima parte de las recomendables atenciones que tenemos. No hay arbitrios que suplan aquella falta. Las contribuciones no harán más que afligir al vecindario que en otras veces se ha prestado con generosidad a facilitar lo poco que disfrutava y que se ha ido consumiendo por no tener los principios y auxilios necesarios para su conservación y aumento. la Yglesia apenas retiene ya la Plata muy necesaria para su adorno, y para el decoro de sus Religiosas funciones, porque se desnudo de lo más precioso para convertirlo en moneda con que se pagaron mucho tiempo nuestros Soldados. ¿Que haremos pues en tan difíciles circunstancias? Tocaremos con indiferencia las hambres y desnudeces de la tropa, su descontentoy deserción. ¿No nos afectaremos de las desgracias que amenazan a este suelo? ¿No procuraremos abrir los caminos para la prosperidad y abundancia, solicitando protección de la agricultura y el fomento del comercio? ¿No levantaremos nuestra voz para que sea oída aun en el trono mismo, pidiendo que se nos franqueen los auxilios que justamente reclamamos? No dudo que V. S. S. estarán decididos a cumplir con una de sus más estrechas obligaciones promoviendo todo quanto sea útil beneficioso a sus conciudadanos. Ymitarán la conducta de los Gefes que nos presiden pero así como ellos verán con dolor perdidos sus trabajos y retardado el cumplimiento de sus liberales ideas. Adoten pues V. S. S. si lo tuvieren a bien el único medio capaz de salvarnos. Nombren a uno de sus individuos que a expensas del cuerpo y con las debidas instrucciones marchen a México, representen al Exmo. Sor. Virrey, los males pasados, los que en el día nos afligen y los que esperamos vengan sobre nosotros a echar el sello de nuestra desgracia irreparable y trascendental. Procurese que los Sres. Obispo y Comandante Militar, ó disputen sujetos que acompañen y valoren a nuestro encomendado ó auscilien á este con sus poderes, recomendaciones y numerario. Entonces alcanzaremos que se aumente la fuerza militar y se ponga en aptitud de obrar fuera de la Capital, organizando los Pueblos de la Provincia y persiguiendo hasta su exterminio á las masas informes de rebeldes asesinos que todo lo talan y aniquilan. Se abrirá el comercio con la Metrópoli y con otras ciudades con quienes están interrumpidas las relaciones y correspondencias por los defectos que padecen nuestras monedas. Estas ó se cambiarán por igual número de las acuñadas en México, ó se resellarán por un Tipo igual que asegure su circulación y evite el que se falsifiquen y desconceptúen. Las fincas rusticas serán protegidas, sus dueños se verán en precisión de cultivarlas y sus frutos, cogidos en abundancia rebajaran el precio excesivo que en el día tienen los viveres y efectos de primera necesidad. Los vecinos honrrados y virtuosos, los buenos ciudadanos se encontraran con medias para subsistir ellos y sus familias y dividirán con proporción lo que adquieran, auxiliando con franqueza al Estado y reservando lo necesario para las atenciones domesticas Los egoístas y los que de grado y por fuerza habitan en los lugares que hasta aquí han ocupado los enemigos, ó seguirán a estos quitándose la máscara que los hace mas perjudiciales, ó se acogerán al abrigo de las armas nacionales, llevando sobre sus hombres las cargas que deben ser comunes y que por desgracia solo han gravitado sobre este vecindario quien atendidas sus fuerzas y arbitrios ha hecho más que las de otras poblaciones. No tendremos la pena y los enemigos el escandaloso deber consumada la desnudez, y pobreza de la casa del señor. Nos llegaran íntegros y sin padecer rebajas arbitrarias los socorros de dinero y efectos que nos están consignados. Sentiremos las ventajas de nuestra sabia é inmortal constitución y nos regocijaremos al ver castigados sus frecuentes indisculpables infracciones. Podremos a semejanza de los lugares todos del Reyno elegir los Diputados que deven representar a la Provincia en las Cortes ordinarias y esperaremos de ellos que contribuyan como es justo al bien común y al particular de los pueblos que los nombren. Estas ventajas y otras muchas no pueden ni deben expresarse resultaran indefectiblemente de las reflecciones e instancias de nuestro comisionado, que salvará las dificultades que se le opongan, informara con verdad y justificación, dará todas las ideas que no se tienen del estado de nuestras cosas, y se aprovechará de los momentos favorables para instruir al Gobierno y reclamarle la obligación en que se halla de socorrer a esta ciudad si no quiere que dentro de pocos días, la abandonen los hombres de bien y probidad para que la ocupen y acaben de destruir los enemigas de la Patria. Recordará la fidelidad bien probada de estos habitantes y exijirá por premio la protección y favor del Exmo. Sor. Virrey. Documentará sus gestiones para en caso necesario elevarlas al conocimiento del soberano. Mis escasas luces apenas me han permitido insinuar la materia que me propuse tratar a V.S.S. Suplirán lo que se heche de menos en mis expresiones, discurrirán sobre ellas con el tino y madurez que acostumbran, resolverán lo que les parezca más conveniente y acertado y de la disposición que tomaren se servirán (como se los pido) mandárseme de un testimonio literal con inserción de este pedimento. Valladolid y julio 30 de 1814. Lic. José Domínguez[rubrica].